Friday, October 23, 2009

El Arte de Escribir

Cuando hice la secundaria hace más de 20 años había dos materias obligatorias que hoy han desaparecido: Estenografía (taquigrafía) y Mecanografía. En aquellas épocas era muy apreciado el saber "escribir a máquina" o mecanografiar rápido y sin errores. Para lograrlo había que aprender de memoria la ubicación de las letras del alfabeto en el teclado y utilizar una técnica en la cual se utilizaban todos los dedos de la mano. Cada tecla solo se debía pulsar usando el dedo correspondiente y no como seguramente hacen muchos blogueros que usan solo dos dedos frenéticamente para avanzar rápido.

Una lógica basica nos impulsa a pensar que para facilitar la tarea con simplemente poner las teclas en orden alfabético sería suficiente. Y así fué que se distribuían las teclas en la máquina de escribir inventada por Christopher Sholes por 1867.

Cada tecla estaba unida a un martillo que tenía el correspondiente carácter en relieve en su otro extremo. Cuando se presionaba una tecla con la suficiente fuerza y firmeza, el tipo golpeaba una cinta (normalmente de tela entintada) extendida frente a un cilindro que sujetaba el papel y se movía adelante y atrás. El papel se enrollaba en este cilindro, que rotaba al accionar una palanca (la del «retorno de carro», en su extremo izquierdo) cuando se alcanzaba el final de la línea. El problema era que la velocidad de retorno del martillo con era lenta, pues volvía a su posición de reposo por simple gravedad. Por ello, al escribir, los martillos chocaban unos contra otros y la máquina se atascaba.


En lugar de pefeccionar el dispositivo Sholes decidió elegir una distribución arbitraria de teclas para evitar ese problema.Y así fué que un año después, en 1868, patentó el teclado QWERTY (llamado así por la distribución de la letras de la primera fila del teclado) donde se separaron todo lo posible los «pares de letras más usados» (en inglés) para que no coincidieran las barras de las teclas que estuvieran cerca y atascaran el mecanismo. Con ese diseño de teclado, la mayor parte de las veces las barras saltan de un lado y del otro, en sucesión, evitando así el problema de los atascos.

Lo curioso es que Sholes repudió pronto la máquina, rehusando usarla e incluso recomendarla y vendió la patente a a Densmore and Yost, que llegó a un acuerdo con E. Remington and Sons en 1873 para la fabricación industrial de dicha máquina. Cuando Remington empezó a comercializar máquinas de escribir, asumió que la máquina no sería usada para escribir textos creativos, sino para labores de oficina, y sería usada por mecanógrafas. Así, se imprimieron flores sobre la carcasa de los primero modelos, de forma que la máquina fuese más atractiva para las mujeres.

En los Estados Unidos, las mujeres empezaron a incorporarse al mercado laboral como mecanógrafas con frecuencia, y, según el censo de 1910, el 81% de los mecanógrafos eran mujeres. Con más mujeres trabajando fuera de casa, hubo cierta preocupación sobre los efectos que esto tendría en los valores morales de la sociedad, tanto por parte de los moralistas como de los pornógrafos. La «joven mecanógrafa» pasó a ser parte de la iconografía de la pornografía de principios del siglo XX. Las Biblias de Tijuana (cómics eróticos producidos en México para el mercado estadounidense desde principios de los años 1930) incluían mecanógrafas a menudo.

Hoy se denomina Data Entry a los operadores de PC veloces que pueden lograr mas de 12.000 digitaciones por minuto, usando todos los dedos y sin mirar el teclado. Y aunque han existido otras distribucion de teclados ninguna ha sido tan apreciada como el QWERTY que hasta ha merececido su propio monumento.


Tuesday, May 12, 2009

Ultimátum

Pobre Willy, esta situación lo tenía muy perturbado, lo abrumaba el tener que pensar todos los días de su vida, desde que firmó aquel documento se sentía obligado a brindarle atención, que cada minuto de su tiempo debía permanecer a la expectativa de responderle, y que no podía disfrutar del calor que le proporcionaba su hogar como todo hombre en su casa.

Francamente… ¿Cuánto tiempo más iba a tener que soportarlo? Si estaba acomodando para mirar una película, tranquilo, con su balde de pochocho y los pies sobre la mesa ratona, justo cuando había logrado encontrar la mejor posición, justo en ese momento tenía que levantarse y atenderlo.

Si estaba con todo el cuerpo enjabonado y los ojos llenos de espuma, tenía que apresurarse, salir como desesperado de la ducha. ¡Siempre ese llamado con tono de urgencia! No dejaba lugar a ignorarlo.

Y ahora, era la tercera vez que lo despertaba en su primera madrugada de vacaciones. ¿Qué debía hacer?, ¿mudarse?, ¿suicidarse?. ¿Resignarse a la idea de ser torturado las próximas dos semanas por su impertinencia?.

Ahí está, otra vez, llamando. El silencio de la casa en madrugada parece potenciarlo. Su paciencia llegó a su límite. Saltó de la cama furioso y se dirigió a la cocina mientras le grita ¡Ya voy! ¡Ya voy la p….!¡Me tienes harto!.

Revolvió los cajones. Probó el filo de la cuchilla y la descartó. Sopesó la tijera y le pareció muy endeble. Del armario de la despensa sacó una caja de herramientas, analizó los destornilladores y todos les parecieron muy pequeños, hasta que finalmente se decidió por un martillo galponero, con su cabeza de hierro pesada, contundente, redondeada por un lado y acabado con uña filosa y metálica del otro lado.

Con paso impetuoso Willy fue hasta el living, donde lo encontró apoyado en la pared, al lado del espejo, inmóvil, llamando con toda sus fuerzas. Alzó el martillo sobre su cabeza y de un solo golpe hizo añicos la roseta de conexión acallando permanentemente el ¡ring! ¡ring! ¡ring!